LECTURAS DE HOY

“El Señor da la muerte y la vida.”  // Deuteronomio 32, 39

Una de las muchas ventajas de la educación en el hogar es la posibilidad de extender las vacaciones de verano. Mientras muchos están soportando el ajetreo del regreso a clases y deliberando sobre cómo coordinar los horarios matutinos, mi familia está preparándose para disfrutar del Lago de Michigan y del helado diario en nuestro hotelito favorito en el norte. 

Como pueden atestiguar todos los padres de niños pequeños, incluso los mejores momentos a menudo no salen sin problemas. En la lucha por hacer las maletas e irse, el peluche favorito de un niño podría quedarse atrás, y se pone a chillar la mitad del camino. Durante el viaje, podría surgir una discusión sobre cuál video quieren mirar y otro niño chilla el resto del camino. Cuando llegues a tu destino y desempaques las cosas del carro, tu hielera podría volcarse y derramar hielo por todo el piso. ¡Cualquier cosa podría pasar!

En momentos como estos, puede parecer difícil, o incluso contradictorio, dar gracias al Señor. Después de todo, nos estamos escapando para pasar un rato de diversión y descanso y todo parece desmoronarse. Pero cuando nos despertamos a la mañana siguiente, vemos cómo nuestros hijos disfrutan de todos los deliciosos platos que se sirven en el desayuno, cómo se ríen mientras lanzan una pelota de fútbol o patean una pelota en el patio, y cómo disfrutan atrapando pececillos en una red en la playa esa tarde. Nuestros corazones se agrandan cuando su sabor de helado favorito gotea por sus barbillas y un bronceado saludable comienza a aparecer en sus rostros.

La vida está llena de tantos subes y bajas, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no alabarlo a pesar de todo? El salmo responsorial de hoy declara: “El Señor da la muerte y la vida.” En otras palabras, Él tiene el control de nuestras vidas, de las buenas y las malas, Así que alabémoslo a pesar de todo, ya sea que estemos de vacaciones o regresando a la escuela, ya sea que estemos felices o tristes, porque nuestra vida está en Sus manos y Él es bueno.

// Tami Urcia es miembro de una familia católica muy grande. Ella y su esposo peruano tienen cinco hijos pequeños y viven en Michigan. Durante su juventud, Tami pasó unos años como misionera en México y ha trabajado para la Iglesia casi toda su vida en diferentes capacidades. Ha sido traductora por más de 20 años. 

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