LECTURAS DE HOY 

«Cúrame, Señor» le dije al Señor mientras hacía un recorrido por la parroquia. Estaba asistiendo a una adoración eucarística con un grupo de mujeres. Venía con el corazón encogido. Un corazón lleno de heridas, abusos, mentiras y necesitado de redención. Mi corazón de 16 años experimentó mucho más de lo que una joven de 16 años debería. 

Estaba cansada, confundida y desesperada por una respuesta. Los errores que cometí me perseguían, el abuso que sufrí me atormentaba y el dolor de sentirme impura me paralizaba.

Cuando vi al Cristo del que crecí aprendiendo en el catecismo, durante la Santa Misa y la formación que me daba mi mamá, supe que existía la posibilidad de que me sanara. Conocía a ese Jesús, el Mesías. El de todas las historias bíblicas y el que hacía milagros. Todos esos momentos de formación me condujeron a este momento: el momento en que me encontraría cara a cara con Él. 

A medida que avanzaba por la iglesia, mi corazón se conmovía con Su presencia. Se estaba dando a conocer. La pregunta ya no era: «¿Está ahí?», la pregunta era:

«¿Está ahí para mí

Cuando se acercó a mí, las únicas palabras que salieron de mi corazón fueron: «Por favor, sáname». 

Inmediatamente, sentí el amor de Cristo. Un amor que no sabía que existía y que necesitaba sentir desesperadamente. Su amor me sanó. Su amor me salvó. Su amor me abrazó. 

Era un amor que nunca había experimentado y un amor que mi corazón buscaba desesperadamente. ¿Cómo puede el Dios del universo verme después de todo lo que he hecho? ¿Cómo puede seguir eligiéndome? 

Esa es la hermosa realidad, hermana. Él nos ve. A pesar de nuestro pasado, a pesar de nuestro pecado y a pesar de nuestra propia definición del amor. 

La realidad es que cuando llamas, Él responde.

La realidad de que tu fe puede sanarte. 

La realidad de que El Señor te ve entera, asi como eres, y te ama.

Hermana, que el Señor te encuentre en los lugares que tu corazón más necesita. Porque Él te ve en lo roto, te ama en el desorden, y te desea entera. 

// Ashley Díaz es estudiante, amiga, hermana y amada de Jesús. Ha sido católica toda su vida pero hizo suya su fe después de experimentar a Cristo en la Eucaristía a los 16 años. Actualmente está en la escuela terminando su licenciatura en Teología en la Universidad Franciscana. ¡Ella ha trabajado en la vida parroquial desde hace 5 años y le encanta servir a los corazones de la gente de Dios! Su misión en la vida es: Ver plenamente un alma y amarla plenamente después. Puedes encontrarla pasando tiempo con sus amigos, leyendo un buen libro, o en la capilla contemplando el corazón eucarístico del Señor.

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