LECTURAS DE HOY 

 

Recuerdo haber llamado a mi madre desde la cocina de mi apartamento muchas veces cuando estaba recién casada. “Mamá, ¿me puede dar la receta de sus enchiladas?”, “¿Cómo hago el arroz?”, “¿Por qué mi comida no sale como la suya?” Mi esposo fue muy amable al pensar que cada comida que yo preparaba era la mejor, incluso cuando no lo era. 

Durante mucho tiempo, no quise fallar y a menudo comparaba mis esfuerzos con los de mi madre (lo cual era una locura porque ella es cocinera profesional y lo ha sido la mayor parte de mi vida). Poco a poco, comencé a encontrar mi confianza en la cocina. Me di cuenta de que tuve que encontrar mi propio sazón en la cocina, es decir, encontrar mi confianza y propio sabor a la comida. Encontré maneras de hacer mías las comidas sin dejar de incorporar los fundamentos y reglas de la cocina que me enseñó mi madre.

El Evangelio de hoy es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la sal. Sólo pierde su valor cuando pierde el sabor. También con la luz, su función es brillar. Si se tapa pierde su función. Te pregunto, ¿Has perdido tu sabor o has tenido situaciones en tu vida que te han hecho ocultar el brillo de tu luz? Cristo quiere que vivas en libertad, con la seguridad de quién fuiste creada para ser. Pídele ayuda para compartir tu luz de nuevo.

Hermana, cuando tenemos la confianza de ser quienes fuimos creadas para ser y hacer las cosas que nos sentimos llamadas a hacer, glorificamos al Señor. Que nunca pierdas tu sazón y que tu luz brille intensamente. 

Señor, danos la confianza de ser quienes nos has creado para ser.

 

// Steph Salinas

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