LECTURAS DE HOY 

Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los Cielos” // Mateo 18: 3

El Evangelio de hoy nos presenta un requerimiento un tanto peculiar: volverse como niños para poder entrar al reino de los cielos. Para reflexionar sobre esto cabe hacerse, al menos, dos preguntas:

1 ¿Qué significa volverse como niño?

2 ¿Qué significa entrar al reino de los cielos?

A lo largo de mi vida, mi mamá me ha dado excelentes explicaciones sobre muchas cosas, pero una de las mejores fue cuando me explicó por qué la Palabra de Dios es una Palabra viva. “Nos habla al corazón en la circunstancia en que nos encontramos en ese momento”, me dijo. Comprendí que por eso el mismo Evangelio, leído en distintos momentos y circunstancias de nuestra vida, nos regala distintas acepciones y niveles de comprensión. La Palabra de Dios es, en este sentido, no sólo multifacética, sino que se renueva y nos renueva constantemente. Sus interminables capas nos dan trocitos de aquello que necesitamos en cada situación, según la etapa que estamos viviendo. 

Cuando yo era más joven, imaginaba que entrar al reino de los cielos significaba únicamente ir al Cielo después de la muerte. Hoy, siendo ya mayor, vislumbro que entrar al reino de los cielos significa poder experimentar la presencia de Dios en toda nuestra vida. Para alcanzar esta capacidad, sin embargo, nuestro Señor Jesús nos dice que hay que volverse como niños. 

Una cualidad típica de la infancia es la confianza. En principio, los niños tienen la capacidad de confiar intrínseca y plenamente en sus padres.  El Evangelio de hoy me ha invitado a ser así de confiada, como una niña pequeña, asumiendo, sin lugar a dudas, el inmenso amor de mi Padre Celestial. 

Hermanas, cuando confiamos de esa manera en Él, nos volvemos como niñas, y Su presencia en cada momento de nuestra vida se hace más evidente. Así, con la confianza en Dios como bandera, es como entramos en el reino de los cielos.

// Teresa Salmerón nació en la Ciudad de México, donde creció en una familia católica practicante y donde formó la suya propia. Ha tenido la oportunidad de vivir en varios países como Chile, Venezuela, México y Estados Unidos. Actualmente reside en Ohio, donde ha vivido desde hace 12 años y donde trabaja como traductora y maestra de español. Teresa tiene 3 hijos adultos a los que ama profundamente. Ha sido catequista y actualmente facilita un estudio Bíblico de un grupo de mujeres de su parroquia. A Teresa le gusta mucho bailar, leer, cocinar y convivir con su familia y amigos; y se siente profundamente agradecida por el infinito amor de Dios.
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