LECTURAS DE HOY

“Encima de la plataforma había una especie de zafiro en forma de trono y de esta especie de trono sobresalía una figura, que parecía un hombre. Tal era la apariencia visible de la gloria del Señor.” // Ezequiel 1:26-28

Cuando mi esposo y yo estábamos saliendo, me preguntó qué quería en un anillo de compromiso. Debido a este versículo le dije que quería un zafiro como piedra principal porque el anillo sería un recordatorio de que el matrimonio es nuestro camino de servicio y santificación, y la meta es la unión eterna con Dios en el cielo. En los tiempos difíciles, quería tener un recordatorio físico del trono de Dios.

Al comienzo de cada año escolar hago que mis estudiantes memoricen que su propósito, y el propósito de cada persona, es conocer a Dios, amar a Dios y servir a Dios en esta vida para así compartir la comunión eterna con Dios en el cielo. No importa la vocación o el camino, y se verá un poco diferente para cada uno de nosotros, este sigue siendo el propósito. Lo hermoso es que nuestra parte sea sólo una respuesta.

En el Evangelio de hoy, Jesús les cuenta a Sus seguidores acerca de Su pasión y resurrección. La única razón por la que podemos tener unión con Dios en esta vida o en la próxima es por lo que Él ha hecho. Esta es una gran alegría, hermanas: nuestra parte es siempre una respuesta a Su invitación. En las propuestas alegres y en las tristes, Él nos está invitando a la unión, pero no a una unión que esté lejos y sea sólo por un momento, sino a una unión que sucede en el centro de nuestro ser y que perdura en la eternidad. Oremos:

Señor, danos ojos para ver en las propuestas cotidianas que nos estás invitando a la unión contigo. Ya sea lavar los platos, llamar a la persona desafiante o en una oración que haya sido respondida, Tú buscas nuestro corazón. Señor, dame gratitud constante por Tu muerte y resurrección que hacen posible esta unión.

// Christy Vaissade creció en Brooklyn, Nueva York, hija de padres inmigrantes de la República Dominicana. Ha sido el deseo personal de Christy traer a otros a conocer la misericordia y el amor de Dios que ha cambiado y está cambiando su vida desde la joven edad de trece años. Christy es maestra de teología de secundaria, catequista, y cantora en su parroquia local. Ella y su esposo, Michael, viven en Nueva Jersey con su cachorro Pembroke Welsh Corgi, Daisy. Le encanta cocinar, ir al gimnasio, y pasar tiempo con sus sobrinos y ahijados.

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